31 de enero de 2014

Ayer, hoy, mañana

Quizás la memoria a veces nos juegue malas pasadas. Algo que no termino de comprender del todo es por qué siempre tuve tanta capacidad de almacenamiento en mi mente. Agolpar tantas vivencias, tantos recuerdos de esos que arañan el corazón y lo van destrozando lentamente. Arrugado como hojas de papel que se tiran a la basura como deshechos de algo que no era lo que esperabas que fuese. Esta mañana sonó el despertador y no conseguía levantarme. Recordé por un instante todo lo que había soñado esta noche y algo me incitaba a quedarme ahí, postrada. Entonces supe que tenía que seguir, otro día más, otro menos. La ducha me aguardaba como el que ansía la libertad de antaño. El agua tibia me recubría como queriendo abrazarme mientras mi cuerpo inerte trataba de reaccionar al cambio brusco de temperatura. No me reconozco ante el espejo. Ese rostro desdibujado hace demasiado tiempo que no sé quién es. Supongo que nunca supe muy bien quién quise que fuera. La calle huele a estrés y a prisa mientras mis pies cansados transitan perdidos. Así sucede todo. Mi memoria me grita en silencio ese ósculo que fue el último, que sabía a despedida porque lo fue. Y no imagino nada más cruel que saber que no volveré a sentir el cosquilleo que me provocó tenerte tan cerca aún estando tan lejos. Y mientras viajo en el metro sigo acordándome de ti. Como ayer, como mañana.

22 de enero de 2014

Invierno

Mi corazón bombea, primero despacio, después va aumentando la velocidad. Una puerta se cierra en el pasillo. Su eco resuena en mis tímpanos. Me sumerjo entre el edredón. Mis ojos se cierran con fuerza. Reflejos borrosos aparecen y desaparecen. Mi mente es una constante de cosas que jamás me atreveré a decirte. Caos. Amanece con un cielo rosado y azul. Hacía tiempo que no recordaba un paisaje tan bello desde este lugar. El agua enrojece mis pies y templa mi cuerpo. Necesito redimirme de este odio que siento hacia mí misma. Sorbo a sorbo voy tragándome mis propios actos. Lleno de humo mis pulmones como cada día. Mecánicamente. Me siento a esperarte, pero no llegas. Te observo entre mis recuerdos más tempranos. Te busco entre la gente, en cada esquina. Te imagino con el aroma de este café caliente. Las nubes se agolpan y tiñen de gris ese cielo que hace sólo unas horas me hizo sonreír. Pequeñas gotas de lluvia humedecen el suelo que me rodea. Este frío invierno pesa más desde que tú no estás. Reviso tus fotografías buscando una razón para alegrarme. El miedo está frenando mis pasos. No deja de acechar cada uno de mis movimientos. ¿Fracaso? Las dudas me aturden. Debo ser fuerte. No dejarme vencer. Respiro hondo y camino. Te veo. Aunque sólo seas mi imaginación es lo que necesitaba para fortalecerme. No voy a rendirme.

12 de enero de 2014

Tardes de domingo

A veces ocurre. Simplemente te detienes. Como cuando un reloj de repente se queda sin pilas y se para a las 4'45. Como si un coche frena en seco cuando el semáforo se pone en rojo de repente. Sucede que, en algunas ocasiones, tu vida te invita a que te limites a reflexionar sobre cómo evolucionará todo. Y de pronto te ves ahí, con una página por escribir sentada en una cafetería cualquiera. Un día cualquiera. Y sin saber muy bien por donde empezar. Sacas un paquete de tabaco a medio empezar. Enciendes un cigarro y te animas a ir enlazando palabras. No sabes si tienen o no sentido, pero eso ya no importa. Realmente ahora, y antes, y siempre sólo me importas tú. Porque rebusco en mi cabeza y te encuentro a ti, vagando por mi mente entre imágenes y recuerdos compartidos. Y fantaseo con abrazarte más veces, y con reír contigo mientras te cuento cómo descubrí que las constelaciones llevan tu nombre. Y que las estrellas brillan menos cuando no estás, porque ellas también te echan de menos. Y que la luna no sonríe. Y el cielo es gris. Los libros hablan de historias que me gustaría vivir contigo. Porque tienes los ojos más dulces que he mirado nunca. Besarte y respirar. Es todo lo que me gustaría hacer en este momento. ¿Qué más da el resto? A veces la vida es simple. Besarte... Respirar...Besarte y respirar. Sólo eso.

10 de enero de 2014

Sueños

Escribes y borras. Fumas y apagas el cigarro. Antítesis. Sonríes pero en el fondo quieres llorar. Hace unos días solo cuentas los segundos para que el tiempo pase. Minuto a minuto. Últimamente vivo de lo que sueño. Llego a mi destino y observo a mi alrededor. Desconocidos. Siento que miles de oportunidades han pasado ante mis ojos y las he perdido. Estaba en la estación equivocada. Tal vez esperando un tren de cercanías que nunca ha llegado. O que se fue demasiado pronto. No lo sé. Pero alguien me estaba esperando en la parada del autobús y no fui. Sentir a veces duele. Es algo extraño. Como cuando sueñas que caes al vacío y despiertas asustado dando un salto. Como cuando ves a alguien en peligro y no puedes evitar que le suceda algo. No sé. De un tiempo a esta parte creo que no acierto con las palabras. No hago nada a derechas. Por una parte es lógico porque soy zurda. El destino me lo puso todo en contra, vaya por dios... El caso es que aquí sigo, sin dejar de pensar en ti y en todo lo que seríamos juntas si me dejases al menos intentar hacerte feliz, simplemente demostrarte que puedo. Soñando con amanecer contigo, con verte sonreír a la luz de la luna, con regalarte flores una mañana cualquiera, con llevarte el café a la cama, o despertarte a besos un amanecer frío de invierno, o taparnos juntas mientras vemos una película. Sueños varios que no llegarán a cumplirse porque ya tienes con quién hacerlos realidad, para mí seguirán siendo eso, sueños.

7 de enero de 2014

Siete de enero

Tu cara de cárcel te delata. Sabes que no vas a poder. Intentas mirarte desde dentro. De una forma distinta. Tu rostro se va apagando como el cigarro que sostienes entre tus dedos amarillentos. Fuera un sol de invierno brilla para el resto, para ti hace tiempo que dejó de hacerlo. La suciedad que sientes no se apiada de ti. Ducha de agua tibia. La rutina ya no te sorprende como lo hacía antes. Todo es demasiado trivial. Demasiado. Hace tiempo que dejaste de querer una vida como esta. Hace tiempo que quieres volver a ser lo que fuiste. Masticar la muerte. Perder lentamente esos pedazos de ti. Lo sabes y lo deseas. Pero no quieres decirlo. Sabes que no te queda nada por lo que pelear. Que nada tiene ya sentido. La calle desierta. Subes al coche y sientes el aire azotando la ventanilla. Es lo más parecido a la libertad que ahora disfrutas. Cierras los ojos en busca de ese detalle que te haga sonreír. Escribes notas mentales que te ayuden a continuar. Charlas. Palabras vacías. Sinsentidos. Frente a ti una pared de ladrillo rojizo. La observas. Soga, tizón, soga, tizón. Curioso. Casi todos los edificios siguen una dinámica semejante. La humanidad actúa siempre igual. No cambia. Escribo. Leo. Borro. Punto. Coma. Palabra. Punto. Seguido. Dos puntos. Coma. Puntos suspensivos. Punto final.