25 de marzo de 2015

Ella

Ella se levanta temprano, prepara a sus niños y parte rumbo a lo conocido, o a lo desconocido. Nunca se sabe del todo. Se relaja veinte minutos antes de despertar, después el despertador se apaga y sus ojos se encienden. Mira a sus hijos y se siente satisfecha. No es para menos, no podía tener una familia mejor. Escucharla hablar de ellos mientras se le ilumina la sonrisa es un verdadero placer. Mira al frente, camina con la cabeza alta sabiéndose una persona valiente. Tiene miedo, como cualquiera, pero se lo traga y no se achanta. Si la necesitas, ella aparece vestida con su mejor semblante, y te regala momentos que no se olvidan fácilmente. Se dedica a hacer feliz a los suyos, y también a sí misma. Creo que no había conocido antes a alguien que se implique tanto en todo, en absolutamente todo. Ella sabe muy bien cómo crear melodías perfectas en bailes de tristeza, sabe canalizar y calmar la rabia que cualquiera tendría cuando la desdicha abruma. Ella cree y confía en el ser humano, en unos más que en otros. Es especial, su materia no es la del resto, por eso siempre cuenta con personas diferentes. Su sensibilidad va de la mano de su perseverancia. Y si la conoces, la tienes que querer, la tienes que admirar. Cuando te mira a los ojos no puedes sentirte sola, sus pupilas gozan de la mejor de las medicinas. Se ríe de absolutamente todo, no porque no lo tome en serio, aunque a veces también, sino porque sabe sacar lo mejor de lo peor que te regala la cotidianidad. Si hubiese más personas como ella, el mundo sería un lugar maravilloso, pero con ella cerca, ya puedes sentirte satisfecho de haber encontrado alguien íntegro. Cada mañana, cuando me despierto, doy gracias al destino por cruzarla en mi camino. Gracias, por ser y estar cada minuto, por haber conseguido todo por tí misma y no flaquear. Eres un tesoro que conservar en el mejor lugar del corazón.

9 de marzo de 2015

Ojalá

Hace tiempo que me planteo lo que escribir aquí. Que no consigo escribir un párrafo sin nombrarte. Que en cada frase termino sintiéndote. Supongo que es porque conforme pasan los días todo crece, mis ganas, mi fuerza. Supongo que mirarte mientras duermes me hace ser alguien mejor. Me da la calma y la paz que siempre estuve buscando. Supongo, quizás, que me pasa lo contrario que suele suceder. Que mientras más te miro más te quiero, que cada pequeño detalle que voy descubriendo es mejor que el anterior. Eres tan distinta a la gente que he conocido. Eres tan noble, eres tan intensa. Eres el soplo de aire que todos necesitamos en algún momento. Y trato de controlarme, lo prometo, pero me resulta tan difícil frenar. Ahora he descubierto que la vida a tu lado es un regalo, es lo sencillo, es lo cotidiano, es lo que buscaba, es lo que quiero. Y eso da miedo, mucho. No es que no pueda estar sin ti, podría, pero para qué intentarlo si contigo me siento orgullosa de mí misma como nunca antes lo había estado. Para qué imaginarme sin ti si es a tu lado donde quiero encontrarme y perderme. A veces no soporto la idea de quererte. A veces lo pienso y me cuesta creerlo. Podría ser todo un simple sueño de esos que duran y parecen tan reales que hasta puedes tocarlos. A veces dudo y al probar a tocarte me veo. Y te veo. Y la música suena y sonrío. Y bailo. Y canto. Y río. Y mi esencia surge. Y es tan gratificante sentir que por una vez estás haciendo algo que vale la pena. Resulta tan bonito ese día a día que a priori puede ser trivial pero siempre es diferente. Y aunque las cosas no siempre sean sencillas, aunque de cuando en cuando me atormente la idea de que un día cualquiera te de por marcharte y dejarme sola en esta batalla que es la vida, sigo estando ahí. Observando como creces, como crezco, como el tiempo va haciendo de ti esa persona que siempre quisiste ser, como de pronto y sin quererlo, me he convertido en alguien que me gusta. Y créeme si te digo que a cada minuto trato de ser digna de ti, trato de cuidarte, de cuidarme, de aprender de ti, porque me vas enseñando a quererte y cada vez lo hago más, espero algún día llegar a hacerlo bien, como te mereces. Supongo que escribirte cartas todos los días, aunque nunca lo leas me hace sentirme menos culpable. Que pedirte perdón por esas manías mías que hacen complicado lo fácil no me cuesta si me perdonas y me abrazas. Los días seguirán pasando, el calendario no frena, y yo mientras tanto pensaré en la mejor manera de hacer que sonrías, en encontrar por fin todas las respuestas a tus preguntas. Te doy mi palabra de que habrá momentos duros, pero que si estás cerca puedo ver el cielo abierto, y sentirlo mío, y recuperar todas las fuerzas de que dispongo para ganar, para ganarte. Ojalá pudiera agradecerte tantas cosas, ojalá pudiera decirte tanto de lo que llevo en mí sin miedo a que salgas huyendo. Ojalá el futuro nos encuentre juntas. Y podamos volar y verlo todo de otro color.