27 de abril de 2014
Regresará a casa
Esa complejidad que supone analizarse desde fuera. Darse cuenta como, con la perspectiva del tiempo sigues siendo exactamente la misma persona que antes. Con ciertos matices, pero en esencia idéntica a lo que fuiste. Rebuscando entre mis cosas he encontrado una foto de hace algunos años. Una niña risueña. Con el pelo castaño claro y la mirada más alegre que ahora. Creo que aún no comprendía nada de lo que sería su vida más adelante. Supongo que, por aquel entonces, aquella pequeña Verónica tenía algunos sueños en su mente. Alguna que otra travesura que llevar a cabo a corto plazo. Miles de calles por corretear. Suficientes pesetas para las chuches. Lágrimas contadas y pensamientos que, meses más tarde, se agolparían y la harían sumergirse en la pesadilla que vive. Tiene gracia, esa inocencia de antaño se convirtió en la obsesión por desordenar sus libros y escritos. Por esconderse en su cuarto a llorar en lugar de jugar con las muñecas. Por dejar la cancha huérfana para ocupar un baño. Por cambiar las chuches por ayunos. Por renunciar a la música, a la calle, al bullicio. Verónica cambió el arco iris por una gama de grises. Los vestidos por la ropa ancha. La compañía por la soledad. Y todavía se pregunta qué queda de esa pequeña risueña de la fotografía. Si tal vez un día pueda volver atrás. Si tal vez algún día pueda regresar, desandar el camino y sentarse en ese monumento a la vendimia, sonriente y vivaz, sin el miedo que ahora la inunda. Volverás a casa, pequeña.
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