25 de abril de 2014
Eres terrenal
Café con leche y algo de nicotina. Periódicos de ayer. Un ordenador abierto con un folio a medio escribir. Suspiros. Frunce el ceño desde su mesa. Entre sus dedos mece un corto cigarro que se va muriendo lentamente. Observa el movimiento de las nubes. Realmente lo mira todo. Es testigo mudo de lo que acontece a su alrededor. Un niño que patina contra el viento. Una mujer que cojea de la pierna derecha. Un hombre que discute por teléfono. Guarda en su retina cada uno de los acontecimientos que la rodean. Los archiva y los plasma. Mientras tanto yo te pienso. Inicio una curiosa conversación interior contigo. De esas que no se dicen con palabras, ese juego de miradas que sólo comprendemos nosotras. Cuando rozamos nuestras manos y las entrelazamos. Cuando reímos por todo. Cuando el tiempo no pesa aunque pase. Cuando somos una en dos. Cuando todo es ese ahora que nos une y nos llena. Pienso en ti y tu dulce calidez. En cómo late tu corazón. En los susurros que lanzo al aire de vez en mes pidiendo que seas feliz. En el momento justo en el que tu nombre apareció en mi vida. En ese escalofrío que provocaste en mi cuerpo un fin de semana cuando apretaba el frío y aún no salía de cuatro paredes. En mi negativa y la verdadera naturaleza del todo que ahora es. En cómo demostrar que no imagino ya un día sin noticias tuyas. En esa química que me produce verte sonreír. Pienso en ti y en que me gustas porque eres terrenal. Porque todo nació sin querer. Porque el azar a veces es sabio. Porque eres ese motivo que me impulsa a querer conseguirlo. Porque eres ese espejo en el que no me importa mirarme. Porque eres la persona con la que todo es más sencillo. Tan pronto como las estrellas de la noche iluminan esta ciudad, mi mirada se inunda con tu recuerdo. Pienso en ti y no puedo evitar eso de saber que, salga o no bien, esto ha sido lo más importante y lo más bonito que me ha pasado.
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