12 de marzo de 2014
Inconexiones
Papel convertido en ceniza. Vapor que sube y se diluye entre la condensación. Un filtro con sabor a humo. Movimientos lentos a la par que temblorosos. La mente que viaja, que se transporta. Es el inicio del fin. Cuando te das cuenta de que estallará pronto todo cuanto sientes y has callado. Lento. Siento que todo transcurre de manera demasiado ralentizada. Pero los coches viajan muy deprisa por las carreteras. Las calles se amotinan de personas mientras invento historias sobre su posible felicidad. No consigo acertar con lo que escribo. Se agolpan los sentimientos uno tras otro y me distraen. Me bloqueo. Camino y me distraigo. Fumo y me condenso entre el humo y el ruido de la lavadora. La biblioteca silenciosa ilumina esta balconera sedienta de un poco de alegría. El cenicero pide a gritos unas gotas de agua que le devuelvan ese aroma a recién comprado. Los cristales son la viva imagen del agotamiento del calendario. Me pregunto por qué no puede detenerse todo. Las cosas tendrían que funcionar mejor de lo que marchan. En el ambiente fluye un clima poco atrayente. Las neuronas se paralizan. La ansiedad no consigue regularse. Sal de aquí. Vete. No quiero que me destroces de nuevo. Mi alma ya ha tenido bastante. Necesito salir a la superficie y tomar aire. Apenas respiro. Tiemblo. Tu abrazo. Ese dulce resguardo que me provoca un sosiego momentáneo que logra que sonría. El bálsamo de tus besos a media tarde. O a media mañana. Qué más da. ¿Qué estoy haciendo con mi vida? Preguntas y más preguntas. Incógnitas que no logro descifrar. Límites infinitos que no tienen solución aparente y frustran mi paciente calma. Te necesito. Y te tengo a medias. A tiempo parcial. Contando los minutos. Disfrutándote a cuenta gotas. Y dudo. Y tengo miedo. Y los escalofríos me hacen sentirme débil. Y al acariciarte siento que todo vale la pena. Y al besarte me la jugaría mil veces. Y al mirar tu cara risueña me enfrentaría a cualquier reto para volver a observarte mientras duermes entre mi pecho y mi brazo. Y cada día te quiero más. Y no quiero que tu vida se descoloque por mí. Y no sé si avanzar o dar un paso atrás y dejarte ir. Porque no te merezco. Porque mereces algo más que mi tiempo contado. Porque tú eres todo lo que yo pedía y yo solo una migaja de lo que fui. Porque tal vez cuando te des cuenta sea tarde y te arrepientas. Porque temo que ese día llegue y sufras por mi culpa. Porque te quiero tanto que renunciaría a ti si me lo pidieses.
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