30 de octubre de 2013

Superarse

Muchas veces nuestra vida nos exige algo. En ocasiones son hechos, otras son decisiones. Ahora es tiempo de hacer balance. Tomar aliento, papel, lápiz y anotar cómo ha sido este año que va sumando aprendizajes más o menos forzosos. Es típico que, en este instante, acompañada por este frío de Octubre, tenga una sensación extraña en mi interior. El miedo vive conmigo desde que tengo memoria. Me consuelo pensando que convive con el común de los mortales, pero aún así, a veces pienso que me dominará. En cambio otras, como hoy, sé que no va a vencerme. No voy a dejarle ganarme otra vez. He perdido demasiadas cosas y esto me importa mucho, casi más que todo lo que ya se fue, como para dejarlo ir así, por miedo. No. No podemos dejarnos guiar por el pánico a que algo salga mal. La vida es una constante de subidas y bajadas. Y todo, absolutamente todo, va de la mano de errores, de éxitos, de logros, de risas, de llantos... antítesis puras y duras que nos aturden y nos hacen estar cabreados, tristes, alegres... nunca mantenemos un estado de ánimo constante, somos seres completamente variables, volátiles como una pluma. Nunca antes me había planteado así al ser humano, tan frágil, tan sencillo de manejar. Pero sí, somos así. Por la duda, por ese atroz miedo que nos frena, echamos a perder cosas que pueden hacernos llegar muy lejos. Y no nos damos cuenta, no somos verdaderamente conscientes de que, si por un segundo mirásemos de frente todo cuanto tememos, sería mucho más pequeño de como creemos que es, y podríamos con ello. Todos somos capaces de superar las barreras que nos ofrece la vida y que nosotros mismos construimos.