4 de febrero de 2014

Viaje interior

No se puede tener todo. A menudo tenemos que tomar decisiones. Pueden gustarnos más o menos, pero hay que hacerlo. ¿Qué debo hacer? Pensar, dejar de hacerlo, lanzarme al abismo, observarlo desde la otra orilla. Lo peor de que no estés es que no sientes mi mirada. Es que no consigo saber qué me dicen tus ojos. Y me ahogo en mi propio llanto, en el amor que no dejaré de tenerte. Porque eres inolvidable. Porque quererte ha sido el reto de mi vida, porque solo con este sentimiento consigo avanzar un paso más. Con cada palabra tuya, aunque sea un simple reproche, una duda. Será que cuando duermo me imagino contigo riendo y cuando estoy despierta te veo reír. Será que cada microsegundo de mi tiempo lleva instalada tu huella dactilar. Será que al despertar miro el móvil por si contestaste anoche, por si dirás algo hoy, y al final lo digo yo solamente para sonreír al ver una respuesta. Porque no soy persona hasta leer tus buenos días, por muy tarde que me los des. Porque solo puedo querer a alguien como tú, es lo único que me apetecería en este momento. Solo contigo puedo ser quien me gusta ser. Dar el paso hacía eso que algunos llaman futuro. Obedecer esa voz que susurra mi corazón y que habla de ti, de nadie más. Pero siento que ahora estás más lejos todavía de lo que ya estás. Hace tiempo que tu imagen viene a mi mente y se desdibuja. Mi pecho se oprime y se tensa de cuando en cuando. Trato de tomar aliento y regreso a ti, siempre vuelvo, será porque sé que te encontraré ahí. En cambio tú no estás, aunque no deje de tenerte presente. Te marchas y te quedas. Y yo no dejo de gritar tu nombre solamente para sentirte aquí, a mi lado, más cerca. Me encantaría gritarte 'Quédate conmigo', pero sé que te irás. Y a veces, solo a veces, lloro en la oscuridad de este cuarto amarillento mientras pienso qué sientes, qué quieres tú, de mi, de esto, qué esperas tal vez de lo que quiera que sea que hemos constuído. Y me siento la persona más idiota del mundo. ¿Qué va a querer? Nada. Viajo a mi interior y el paisaje me transporta a todo lo vivido. Aquella tarde. Fuego. Magia. Lo malo de volar tan alto con una persona es quedarse colgada en las alturas y no conseguir bajar nunca de las nubes. Pensarte. Verte. No verte. Las lágrimas dilatan mis pupilas y me arañan las mejillas. Indefensa en medio de mil puñales que me amenazan. Mientras la luna me insinúa que te perdí y yo no sé si creerla. Y qué más da, si los besos que das, nunca me besaron a mí.

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