20 de abril de 2014

Así

Correr. Música a todo volumen para no escuchar los ruidos de fondo de la multitud que camina a tu alrededor. Cruzar con el semáforo parpadeante en verde. Rojo. Sentir esa adrenalina. Ese nudo en la garganta que entrecorta tu respiración. Tragar saliva. Un segundo y podría haberse esfumado todo. Un coche acelera a un milímetro de ti. El conductor grita enfadado. Sus ojos se clavan en tus pupilas. La culpa no es tuya. Él arrancó antes de que su semáforo se pusiera en verde. Tú cruzaste antes de que el tuyo se pusiera en rojo. El corazón palpita rápido. Muy rápido. Segregas tantas endorfinas que sientes deseos de no dejar de correr en toda la tarde. De pronto te detienes ante un cruce de calles. No sabes muy bien qué ruta debes elegir. La música ha dejado de sonar y el ruido te aturde. Te sientas en la acera. Enciendes uno de esos cigarros que consiguen hacerte evadirte del mundo. Te adentras en su humo y te pierdes entre las hojas de los árboles. Cuentas las baldosas que hay en el suelo. Buscas formas ocultas, enlazas unas líneas con otras hasta conseguir encajar las piezas a ese puzzle que es tu mente. Vives en una encrucijada constante y no tienes idea de cómo salir del laberinto en que te encuentras. Sabes que no saldrá bien y ahí sigues. Sentada viendo cómo el reloj avanza. Convertida en la Penélope que quedó detenida anhelando hallar a su amante en la estación. Pobre infeliz, ¿verdad? Mientras sueñas con dejar tus huellas dactilares en cada uno de sus huecos. Mientras cada rato escribes melodías que llevan su nombre. Mientras fantaseas con casas amuebladas y paseos por el parque. Mientras piensas en las películas que quieres ver en su compañía. Mientras besas cada imagen de tu mente. Es solo la almohada quién te acompaña. Entonces abres los ojos y el semáforo sigue en rojo, y tu móvil suena y es ella, y tu sonrisa se ilumina. Y descubres que la ruta no hay que escogerla, que ya estás en ella, que es la correcta. Porque a veces no es cuestión de tomar una u otra, a veces el corazón nos marca, nosotros simplemente nos dejamos llevar, y sentimos. Y yo no te elegí, yo te sentí, y te siento cada día. Y me encanta así. Y me gusta así. Me gustas así. Te quiero así.

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