23 de mayo de 2014

Te vi

Desde hace tiempo, supongo que desde la adolescencia, soñé con encontrar a alguien que se acercase y me gritase "he aparecido en tu vida para hacerte feliz". Sí. Esa persona con la que compartir cada pequeño detalle, por insignificante que sea. Regalarle flores así, sin venir a cuento, simplemente por hacerla sonreír. Acurrucarnos en el sofá mientras vemos "El Diario de Noah" o "Un paseo para recordar". Tumbarnos en cualquier césped y adivinar las formas de las nubes. Pasear por cualquier lugar y besarnos en cada rincón de la ciudad. Acariciar a cualquier mascota ajena mientras sus dueños nos miran raro. Tomar café entre juegos y risas. Charlar y fumar cigarrillos a medias mientras yo escribo y ella lee. Trivialidades y rutina que hacen que un día más bien corriente se convierta en algo especial simplemente porque estás a su lado. Enamorarte un poco más cada vez que la miras a lo ojos y sabes que se muere por ti casi tanto como tú por ella. Escuchar lo que no te dice. hablar a través de las manos. De las miradas. De los besos en el cuello. O en los labios. O en la mejilla. O en la frente. O en la nariz. O cerquita de la oreja. Una caricia de esas que provocan escalofríos y te hacen cerrar los ojos y viajar a un mundo solo con ella. Volar cuando estáis a solas. Una persona que sea tu cómplice. Tu amiga. Capaz de entenderte. De enfadarte. De reconciliarte contigo misma. De mirarse contigo. De reencontrarse contigo. Una prolongación de ti fuera de ti. Y no buscaba a nadie con esas características. Porque resulta complejo encontrar una persona con la cual tengas una conexión tan cósmica. Tan instantánea. Alguien que te quite esa coraza y descubra tu corazón. Que llegue a lo profundo de tu ser y logre arrebatar el miedo. Que de luz a todas las sombras que dejaron aquellos que te hicieron daño. Esa persona que consiga despertar en ti las ganas de gritarle al mundo que deseas vivir de nuevo. Y entonces te vi.

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