2 de octubre de 2014

Viaje de palabras

La realidad te mira de frente. Tratas de pisar sobre la tierra firme. Sin tambalear. Sin parpadear. Sin descanso. Te abruma la vida. Te aterra lo que ves. No sabes si plantar cara o arrodillarte. Si quedarte o salir corriendo. La certeza de sentir. De acostumbrarte al dolor. Al llanto. Al caos. Al miedo. Te relajas un instante y tomas aire. Abres la ventana. Ahí sigue un mundo dormido. Pestañeas. Tus ojos ven más allá de todo. La sientes lejos. En una burbuja que no te incluye. Te gustaría poder abrazarla. Pero estás inmóvil. La miras y la ves. La reconoces. La conoces. ¿Ella te ve? Saltar. Jugársela. Un tren se desvía. Se pierde a lo lejos. Se ha ido. El silencio te enseña. El calor te llama. Buscas el norte. O el sur. Cualquier lugar es bueno. Tú. Tu hogar no existe. Nómada del mundo. No hay sitio para mí. Tu vida no me incluye. La tierra se ha quedado pequeña. Habitas aquí. Allí. ¿dónde estás? La nada es lo único que posees. Sentirse sola. Con tanto alrededor. Sola ante la multitud. Sola ante tus pensamientos. Sola. Cruel destino incierto. Futuro imperfecto. Pasado simple. Presente pasivo. No me ves. Estoy aquí. Ahí. Ahora. Estoy. Estuve. Estaré. Vuelan entre los días aves que no regresan. Vuelas. No tengo altura suficiente. No llego. Ofrezco vida a domicilio. Abrazos que abrigan. Besos que sacian la sed. No llego. Juegas a ser feliz. Barcos naufragados. Varados en la orilla. Sorpresas imprevistas. Calor. Extrañar. Extrañarte. Equilibrio. Certezas de amor tatuadas.

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