8 de junio de 2014

Algo se quiebra

Muchas veces la vida nos obliga a tomar decisiones. Injustas o no. Dolorosas. De esas que te arañan por dentro hasta hacerte sangrar. De esas que te inundan los ojos de lágrimas. Que logran esparcir por tu almohada los pedazos rotos que quedan de tu corazón. Y entonces comprendes que si duele es porque verdaderamente existe un vínculo. Es porque ese hilo invisible que alguna vez enlazó dos partes era algo signifocativo. Si algo se quiebra hasta este punto es precisamente porque valía la pena. Aunque se difumine dulcemente como las olas que rompen en la orilla. Mirando al mar, en el puerto, te dije que te quería. Sentada en el césped, bajo el sol de una primavera tímida te lo volví a decir. Cuántos te quieros quedan ahora resumidos en una hoja a medio escribir. Cuántas caricias. Cuántos besos. Cuántas promesas. Cuántos sueños. Cuántos momentos acurrucándome entre tu pecho y tu brazo. Tal vez si el ruido ensordecedor dejase de gritarme al oído tu nombre dejaría de doler. Tal vez aún nos quede esperanza. Tal vez debería decirte que te voy a echar de menos. Tal vez debería decirte que te quiero, aquí, en silencio, escribiendo todo aquello que no puedo contarte. Que extraño tu voz y tu sonrisa. Que te espero, que voy a esperarte, que eres tú.

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