3 de abril de 2015

Retales de madrugada

A menudo me gusta observar el día a día de la gente. Entender cómo ven las cosas, escucharles reír y compartir sus sueños, sus metas, sus anhelos. Parece mentira lo que puedes aprender de cada uno de ellos. Mirando las cosas de otra forma todo es más sencillo. Hace algún tiempo veía a las personas como un enemigo, de esos que acechan en cada esquina dispuestos a juzgarte sin conocerte. Lo cierto es que me daba miedo salir y enfrentarme a la vida como lo hace el resto. Me preguntaba por qué ellos sí eran felices o al menos lo intentaban. Desde la ventana se ven las cosas de forma distinta. Todo está lejos de tu alcance y te sientes protegido. Siempre quise ser alguien que dejase huella. ¿Sabes? a veces pienso cómo sería todo si fuese una persona diferente. Si no fuese yo, si no tuviese miedo. Ahora tengo que comenzar de cero lejos de este pozo de amargura. Me produce cierta tristeza no ser capaz de entenderlo, de aceptarlo, de conformarme. Tengo que cerrar una etapa que a menudo echo de menos, dejar que ésta coraza destructiva y quererme. Y ¿para qué perder ésto si me siento a salvo?, supongo que se lo debo a aquéllos que confiaron en mí. Supongo que te lo debo a ti, por no dejarte llevar por esta espiral de miedo. ¿Sabes? echo de menos hablar contigo, cara a cara en un sofá de piel oscura. A veces pienso en ti y el dolor cesa. Quizás me apetezca recuperar tus abrazos, porque el mundo duele menos al mirarte y sonreir. Todo parece más sencillo si me besas y me dices que irá bien, que me salvaré del abismo. No me veo tan fuerte como para continuar. Las piernas se quedan quietas ante mi tumba de cristal. Y en el fondo me gusta sentirme débil, a veces me da por pensar en la muerte, en cómo afecta a los que se quedan, en si mejoraría su vida, en sus despertares, en sus sueños truncados. Y entonces abro los ojos y te veo, veo tus manos tendidas esperando una respuesta, y ya no puedo sentirme sola, ya no pienso en marcharme y en terminar con éste frío. Porque tú eres el motivo de mi alegría. Eres lo más bonito que tengo sin tenerte siquiera. Mis pies caminan buscando acompasar tus pasos. Me gustaba jugar a pisar tu sombra y besarte en la nuca. Me gustaba cómo me mirabas antes, cómo tu ternura conquistaba mis días. Me gustaba tu forma de ser y que me contaras tus sueños. Me gustaban tus abrazos, tus caricias en mi espalda, cuando me pasabas la mano por la cara y sonreías. Y cómo coleccionaba tus suspiros. Me gustaba escuchar tu respiración por las noches. Acurrucarme en el fondo de aquel pasillo, ése que fue testigo del comienzo, que fue cómplice de sentimientos y besos. Reirnos de todo y llorar por el temor de salir a un universo que no comprendo. No sé, será que te extraño, que tengo magulladas en el cuerpo de tanto pensarte. Y llego a la conclusión de que me cuesta estar bien sin ti, me cuesta demasiado.

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